Santo Domingo, – La reciente tragedia en el sector Los Pinos, en Sabana Perdida, ha puesto en evidencia las serias deficiencias del sistema post-penitenciario en la República Dominicana. José Antonio Glass, conocido como Yoyon, ha sido identificado como el principal sospechoso del atroz crimen que cobró la vida de Jostin Peralta, un niño con autismo. Este individuo ya contaba con un pasado delictivo, habiendo sido condenado en 2009 a 15 años de prisión por un delito similar.
La falta de programas efectivos para la reintegración social de exconvictos se ha convertido en un tema de preocupación nacional. Expertos destacan que la ausencia de supervisión adecuada, apoyo psicológico, capacitación laboral y asistencia en la búsqueda de empleo y vivienda perpetúa un ciclo de fracaso social y reincidencia delictiva.
Al ser liberados, muchos exreclusos enfrentan el estigma social y el deterioro de sus relaciones personales, lo cual dificulta su reinserción en la sociedad. La imposibilidad de acceder a oportunidades económicas los condena a un círculo vicioso de criminalidad y rechazo. La sociedad dominicana clama por medidas más eficaces para abordar la reincidencia delictiva y subraya que la integración social de los exconvictos es esencial para mejorar la seguridad pública a largo plazo.
Este caso ha servido como un llamado de atención urgente para que las autoridades tomen en serio la fase post-condena, crítica para la construcción de una sociedad más segura y cohesionada.